De la cocina de la abuela se recuperan recetas cuyos orígenes se han perdido en el tiempo. Aquí el tomate es el rey y descubrimos que se puede cocinar de mil y una formas.
EL bacalao mangosta, que no faltaba en una mesa de pueblo durante el invierno, y los chicharos, una vez degradados por ser la base alimenticia de los campesinos, regresan a mesa, con sabores y texturas casi extintos.
Para endulzar la boca, nada como disfrutar de un dulce que mantiene viva la presencia morisca en el pueblo, los famosos coscorões, regados con brandy, azúcar y canela.
Pero no nos detuvimos aquí.
Atreverse a ¡Prueba nuevos sabores!